jueves, 24 de octubre de 2019

Un día más con vida: Angola y las cicatrices de la colonización


Un poquito de trasfondo

En 1482 el navegante portugués Diogo Cão llegó a las costas de lo que actualmente es Angola. La presencia lusa en esta parte de África se prolongaría hasta 1975.

Angola se convirtió en la gran joya de la corona imperial portuguesa tras la independencia de Brasil en 1822 y, tras la Segunda Guerra Mundial y el proceso de descolonización, Portugal luchó denodadamente durante cerca de una década para que se mantuviera bajo su posesión.

En 1974 cae la dictadura portuguesa del "Estado Novo" y se vuelve a establecer la república, una de cuyas medidas es otorgar la independencia a las colonias en África y poner fin a diez años de conflictos armados en los que los dos bloques de la Guerra Fría habían apoyado a los diferentes bandos, alimentando el fuego de las "guerras proxy" entre Estados Unidos y la Unión Soviética con sus respectivos aliados. Finalmente se establece una fecha para la independencia de Angola: el 11 de noviembre de 1975.
Tropas coloniales portuguesas en Angola

Y ahora empieza lo peor.

Los colonos portugueses regresan a la metrópoli. Antes se han ido los policías, los bomberos, los trabajadores de limpieza de las ciudades y el gobierno colonial. El gobierno en Luanda, la capital y por lo tanto en el país, está en manos del MPLA, movimiento socialista. El otro bando está compuesto por la FNLA y la UNITA, ambos de derechas y que luchan contra el MPLA en toda Angola por alcanzar el poder. Empieza así una carrera en la que se da por hecho que quien ostente el poder en Luanda el 11 de noviembre será el gobierno de la futura Angola independiente.

Mapa de Angola


Para hacernos una idea de la importancia de Angola es necesario darse cuenta de que hablamos de un país que dobla la extensión de España y Portugal juntos. Aproximadamente 1.250.000 km2 con ingentes cantidades de petróleo, minerales, diamantes y recursos forestales prácticamente sin explotar y cuya posesión se convirtió en esencial para los dos grandes bloques de la guerra fría. Lo que inicialmente comenzó como una guerra de liberación colonial, repentinamente se transformó en una guerra ideológica entre el capitalismo y el comunismo donde se mezclaban intereses internacionales y regionales en el que acabaron participando Estados Unidos, Zaire, Sudáfrica, Cuba y la Unión Soviética.


El problema en este tipo de guerras es que, en realidad, los intereses de los habitantes del país en conflicto quedan en un segundo plano. Lo importante es ganar al enemigo a cualquier precio y poder situar a un gobierno aliado en el poder para poder explotar los recursos de la nación. Las antiguas potencias coloniales contribuyen a la situación fomentando a los dictadores afines y evitando que las antiguas colonias se desarrollen y, en cierto modo, sigan dependiendo de las empresas y conocimientos técnicos de las viejas metrópolis.

Esta huella de la descolonización ha llegado hasta nuestros días y se ha extendido a conflictos post-coloniales de naciones independientes en las cuales se interviene sin un plan real para instaurar gobiernos democráticos en sustitución de los sistemas de gobierno que buscan derrocar. Ejemplos de esto son las recientes guerras de Iraq, Siria o Libia en las cuales se ha pretendido sustituir gobiernos de, en el mejor de los casos, dudosa calidad democrática y el resultado han sido guerras civiles, caos y la destrucción de las naciones tanto física como moralmente.

En el caso de Angola, a la independencia siguió una guerra civil que duró desde 1975 hasta 2002 y una serie de gobiernos prácticamente hereditarios que se han convertido en paradigma de cleptocracia y que han permitido que uno de los países más ricos en recursos de la actualidad siga figurando al final de los ránkings de desarrollo humano y lidere los índices de mortalidad infantil.
Fotograma de la película "Un día más con vida"

Un día más con vida narraba esos últimos días de la Angola colonial y Ryszard Kapuscinski, su autor, dejó constancia de esa lucha y los juegos de poder entre sudafricanos y cubanos para defender sus intereses y también de dramas humanos con nombres y apellidos que suelen pasar desapercibidos entre las cifras de bajas, avances y recursos invertidos en la guerra.

Si los procesos de descolonización se hubiesen llevado de una forma en que el interés real hubiese sido crear nuevas naciones viables y capaces de salir adelante por sí mismas la actualidad sería muy diferente. No existirían tantas desigualdades entre países ni flujos migratorios de persona huyendo de guerras ni hambrunas.

1 comentario:

  1. ¡Hola Juan!
    Me ha gustado mucho leer esta entrada y aprender sobre un tema que desconocía por completo. Creo que fuiste el único en clase en ir a ver la película pero has hecho que me llame la atención y me gustaría verla en el futuro.

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